sábado, 31 de mayo de 2008

Egipto Eterno



Análogamente a los imperios mesopotámicos1 otra cultura, otro modo de discernir el cosmos estaba existiendo en otra región: Egipto y el imperio de las pirámides, el Nilo como forma fundamental de la economía, de la ascensión como imperio mundial, de aquellos hombres que aceptaban doblegados el destino que elegían sus Dioses, que con su sangre, con sus vidas construían para la eternidad. Resulta increíble que haya existido esa especie de hombre que depositaba su existencia al absoluto, porque eso buscaba el pueblo egipcio. Pelayo no pudo ser más acertado con sus documentaciones, cuando expone las numerosas pruebas patentes y conjeturas que sobre la civilización egipcia y sus creencias se han hecho. Sin embargo, el imperio faraónico anduvo por la tierra milenios; fueron siglos de decadencias y júbilos, dinastías florecientes y de desintegración y conviene pues referirnos primero por lo primero.

Para el pueblo Egipto, sólo existía una clase de mitología política, que era la suya, relacionada con los faraones y diferentes allegados, otros dioses, semidioses que ocupaban las cuestiones trascendentales, al igual que un solo tipo de economía y estratificación social, la fuente principal de la vida era el Nilo, cuando llovía era agua del Nilo lo que descendía sobre sus cabezas y el río Éufrates era una suerte de desatino de la naturaleza, pues éste tenía el error de correr al revés.

Debido a esa forma de definir el universo tan fuertemente “patriótico”, como se diría actualmente o más bien con cierto egoísmo de pueblo, se fomentó en la civilización egipcia una debilidad que se va a ver marcada a lo largo de todas sus dinastías, desde las de mayor esplendor hasta las más decadentes, porque estarán desprovistos de cuanto necesiten con la llegada de pueblos ajenos. A pesar de que Egipto nunca tuvo grandes enemigos, de que tuvo una vida más regular en comparación con Mesopotamia, tarde o temprano caería a causa de su creencia de juzgarse únicos e invencibles en el universo.

El período de las pirámides va a perpetuar esa concepción, lo que nos demuestra que el egipcio busca desesperadamente la unión con su Dios, está privado de su libertad. Si es verdad la teoría de que el esclavo o el hombre sometido al yugo que construía las pirámides lo hacía de mayor grado, sustenta la idea de que, en definitiva, el hombre que se cree vulgar con respecto al faraón, busca por este medio, la elevación, la igualdad, la posibilidad de llegar a esa otra vida mejor donde el Dios de una determinada dinastía sobrepasará los poderes de los demás Dioses.


1. Esto es un fragmento extraído de una recensión que hice (para la cátedra de historia de Grecia y Roma) sobre un texto de García Pelayo, razón por la cual, el nombre de Mesopotamia parece salido de la nada, pero no es así, quizás-si me provoca-"traigo" a Mesopotamia también, sólo deseé a Egipto, por ahora...

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