viernes, 7 de noviembre de 2008

Safo de Lesbos (Σαπφώ)


¿El último poema?

Vosotras cuidad, hijas, de los dones hermosos de las Musas

de fragante regazo, y de la vibrante lira compañera del canto.

Pero mi piel que antes fue tan suave la sometió ya la vejez

y blancos se han vuelto mis negros cabellos de antaño.

Pesado se ha hecho mi ánimo, y no me sostienen las rodillas

que otro tiempo fueron tan ágiles como corzas en la danza.

De eso me lamento día tras día. ¿Pero qué puedo hacer?

Cuando se es humano, no es posible dejar de envejecer.

De Titono, en efecto, contaban que la Aurora de brazos de rosa,

inflamada de amor, lo raptó para llevarlo al confín de la tierra

porque era bello y joven. Mas de igual modo a él con el tiempo

lo atrapó la grisácea vejez, aun teniendo una esposa divina.

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